Lo que la Logoterapia y Análisis Existencial han hecho en mi vida

Muchas veces en el peregrinar de mi vida me he preguntado ¿qué significado tiene la vida?, ¿para qué vivimos?, ¿qué propósito tiene esta existencia?, ¿qué es la felicidad?, ¿quién soy?, ¿hay algo más después de todo esto?

Muchas veces en el peregrinar de mi vida me he preguntado ¿qué significado tiene la vida?, ¿para qué vivimos?, ¿qué propósito tiene esta existencia?, ¿qué es la felicidad?, ¿quién soy?, ¿hay algo más después de todo esto?

Estos y muchos más cuestionamientos siempre estuvieron presentes, dado que soy una persona que busca de manera constante encontrar respuestas; por tal hoy puedo afirmar que la Logoterapia y Análisis Existencial me brindo la oportunidad de incorporar conceptos que direccionaron mi vida a un sentido y propósito mas trascendental.

Les cuento un poco de mi historia, mi nombre es Liliana, nací en Buenos Aires, Argentina un domingo 12 de marzo, en un hogar de jóvenes padres, que en aquel momento no supieron enfrentar la responsabilidad de criar a una niña. 

A causa de eso, mis abuelos ocuparon ese lugar y fui criada por ellos, quienes me dieron todo el amor, las enseñanzas de los valores y principios, que hoy en día me representan.

Con el correr de los años y sin darme cuenta empecé a protagonizar el rol que mayormente la sociedad establece para una mujer. Estudié, me casé, tuve hijos, trabajé con gran ahínco diariamente; la meta era alcanzar una posición social y económica estable para que todos pudiéramos disfrutar de cosas materiales; como si ese fuera el único y exclusivo objetivo que la vida tenía.

Hasta que, en un momento se desencadenó una secuencia de acontecimientos que cambiaron el rumbo y la percepción de mi vida, dándole a esta una nueva perspectiva de lo que una mujer es.

De repente emigramos a Estados Unidos con toda mi familia, y cuando me di cuenta era una inmigrante.  El desarraigo para mí fue una emoción muy intensa, dolorosa y profunda que me llevó a cambiar todos los paradigmas y estándares que tenia sobre la vida. 

Por ejemplo, me di cuenta de que lo material es totalmente efímero, banal, que lo real y único auténtico, es lo que uno tiene dentro de si, dentro de su “Ser”. ¿Y qué hay en nuestro interior? “puro Amor”.

Por tal para lograr sentirme plena en ese proceso de cambios, necesitaba encontrar un equilibrio emocional y espiritual. A partir de esa comprensión inicié un camino hacia una espiritualidad de conexión interna, en la búsqueda de saber quién era y cuál era la razón de mi vivir.

Inicie mi carrera como Astróloga humanística y psicológica, estudie Reiki, Kabalá, Hipnosis clínica, incursioné en la filosofía budista haciendo retiros espirituales, prácticas de yoga y meditación. Todo esto forjo una nueva forma de percibir y experimentar la vida.

Sin embargo, no todo es color de rosas en esta existencia, la vida está teñida y matizada con muchísimas situaciones que nos sacuden para despertarnos de algún letargo o para enseñarnos algo. 

Algunas son lindas y fáciles de sobrellevar y otras no tanto, y por más que tengamos muchos conocimientos y experiencias, en esos momentos es como que nada sirve, todo se desmorona.

El 26 de marzo del 2020, “la muerte” entró a mi hogar, sin pedir permiso, sin avisar; el fin de una vida se hizo presente, mi esposo partía de esta existencia.

Un suceso emocionalmente traumático, terrible, desconcertante, que me empujó a un abismo de dolor, de sufrimiento, de incertidumbre, de pérdida de propósito, pérdida de sentido, desorientación, obscuridad, de no saber cómo seguir, oleajes de angustias, como si me atraparan y no poder salir de esa cápsula mortuoria. 

No me imaginaba cómo hacer una vida sin él, tenía la sensación de que él pronto regresaría, pero la certeza de que jamás volvería a suceder.

Inicié una terapia con una psicóloga, la cual solía decirme que lloraba mucho y después de unas sesiones, me derivó a un psiquiatra para que me prescribiera unas pastillas para calmar la angustia, según ella sería la única manera de poder controlar el dolor. 

Sentí que ese no era el camino, no necesitaba controlar el dolor, no necesitaba aletargarme, más bien deseaba comprender y que alguien me acompañe en el proceso de entender el significado de la muerte.

Luego fui a dos grupos de duelo, pero tampoco hallé respuestas ahí.

Decidida a que la tristeza no se iba a apoderar de mi espíritu alegre y jovial, seguí buscando alternativas. El 24 de marzo del 2021 encontré el Diplomado de Logoterapia y Análisis Existencial del Centro Costarricense de Logoterapia Viktor Frankl. Inmediatamente me contacté con el centro, la directora Sra. Ana Luisa Guzmán Hernández, me atendió muy cordialmente y me informó de qué se trataba la Logoterapia

Me explicó que era “una psicoterapia centrada en el sentido, que ayuda al ser humano a retomar o reencontrar el amor por la vida y por su propia existencia, conectándose con sus propios recursos y capacidades para superar los condicionamientos más difíciles, si se tiene un para qué, todo se trasciende”. Y eso era lo que necesitaba.

Al ver la parte curricular me percaté de que el Diplomado desarrollaba temas profundos sobre duelo, muerte, tanatología, desde una actitud muy objetiva, comprensiva, acompañante, filosófica y científica.

Al día siguiente tuve mi primera clase y con entusiasmo inicié mi Diplomado; deseosa de dar un causé más constructivo a mi situación dolorosa que venía de un año sin encontrar un rumbo sanador. 

Todos los jueves a la misma hora nos encontrábamos por Zoom y entre cada clase, estaba con entusiasmo esperando que la próxima llegara. En la semana, me sentía muy alegre haciendo mis tareas, los ejercicios que nos enviaban; cada encuentro era “revelador”, como una luz al final del túnel, y cada mes que pasaba esa luz brillaba más y más grande.

Los conceptos y teoría que impartían mis profesores, los aportes participativos de mis compañeros, todo era como un descubrir, un despertar a una nueva realidad, que me ayudaba a ir reconociendo dentro mío actitudes o recursos que habían estado adormecidos.

Lograba despacio, verme en situación, comprender lo que estaba viviendo con mucha más bondad y naturalidad, encontraba recursos internos que había desarrollado con los años, y buscaba los que me hicieran falta en las lecturas, en las exposiciones, en los intercambios.

Empezaba a visualizar y proyectar otras formas de estar en el mundo, comprendí que ya no éramos un equipo de dos personas, sino que me enfrentaba a la vida de manera individual; muchos aspectos y creencias tenían que cambiar. Esto empezó a desmarcar el trillo que la inercia del dolor había sellado bajo mis pies.

Estaba también la posibilidad de irme dando cuenta que no era la única mujer en el mundo enfrentando estas circunstancias difíciles y adversas; preguntas acerca de por qué me pasa esto, por qué a mí, por qué justo ahora, y las sensaciones y emociones que gritaban por la “injusticia cometida” empezaron a ceder muy poco a poco, dando lugar a la afectación que siento. 

Observo, comprendiendo que toda situación tiene un sentido, un para qué, y así fue como el sufrimiento se disipaba día tras día, convirtiéndose en comprensión, aceptación, búsqueda de sentido y propósito de vida.

En algún momento me vi participando, entusiasmándome, dando las gracias, compartiendo lo vivido desde otro lugar. Hoy siento que empiezo a dirigirme hacia afuera, hacia los demás. 

Tengo y siento la intención de contribuir a algo más que a mí misma, y conforme me estoy abriendo a la vida, voy sanando y transmutando el dolor.

Este es el concepto de autotrascendencia que he ido conociendo en el Diplomado de Logoterapia y Análisis Existencial; aprender no es sólo un acto cognitivo, es una integración total que incluye ideas, conceptos, pero también las emociones, las actitudes, las formas y los fondos del Ser y de la vida.

Puedo decir fehacientemente que el Diplomado, junto con el grupo de mis compañeros y el Centro Costarricense de Logoterapia y Análisis existencial: Viktor Frankl, han dejado una inmensa y maravillosa huella de sentido en mi vida, otorgándome el acompañamiento a reencontrarme con mi ser y a sentirme plenamente satisfecha a cada instante.

El cambio que dentro mío se ha producido es maravilloso. Puedo disfrutar y gozar la brisa del viento, fascinarme al ver lo noble y grandiosa que es la naturaleza, sentarme a contemplar la nada, compartir con alguien un grato momento, saber escuchar al otro, saber estar presente en mi vida y en la de los demás, “estar en el aquí y en el ahora”.

Hoy dejo fluir la vida, aceptar con amor todo lo que me acontece y lograr transmitir a todo aquel que se me acerca este sentimiento de plenitud, dicha y paz interior.

Comprendo, entiendo, acepto, y valoro cada circunstancia en mi vida, dándole un significado transcendental, dado que todo tiene una razón de ser y un para qué, sólo me alineo a mi verdadero ser de amor.

Cito una frase de Viktor Frankl, la cual fue muy referente en mi proceso.

“Cuando ya no somos capaces de cambiar una situación, nos encontramos ante el desafío de cambiarnos a nosotros mismos.”

Y yo acepté ese desafío que el Dr. Viktor Frankl dejó como enseñanza y legado para la humanidad.

“Somos seres en constante cambio, nada es para siempre, todo se transforma. En cuanto visualizamos la gran magnitud de amor que somos, todo tiene Sentido”.

Desde el Alma.

Liliana Rodríguez, estudiante del Diplomado en Logoterapia y Análisis Existencial