La salud mental y el sentido de nuestra vida están condicionados por el contexto socio-económico y político. La pobreza, la corrupción, la inseguridad, la falta de trabajo, los sin techo, los abandonados, los refugiados, la trata de personas, la situación de los pueblos indígenas, del niño por nacer, de los ancianos, la violencia a la mujer, los migrantes, el descuido del medio ambiente, la situación de los toxico-dependientes, el acompañamiento a las embarazadas, la falta de justicia, el descuido de las personas con discapacidad, la falta de alimentación, de atención sanitaria y educativa, entre tantas otras, atentan contra la salud mental, el bienestar y sentido de vida. 

La Psicología Política se interesa por un lado por los hechos políticos como objeto de estudio y por otro se cuestiona a sí misma, en su rol social y modo de incidencia en las personas y en la sociedad. 

El rol del psicólogo político es el de agente cambio social, comprometido con un proyecto social que busque la dignidad, la libertad, la igualdad, la democracia, el bienestar, el sentido y el respeto de los derechos humanos. El desarrollo comunitario es un proceso dinámico, progresivo y se dirige a todos los aspectos de la vida de la comunidad. Debemos tener en cuenta la interacción de todos los elementos culturales, sociales y económicos para un desarrollo global de manera colaborativa, cooperativa y complementaria.